Cuando ocurre una separación, los hijos experimentan una especie de duelo, por la pérdida de la vida con los padres juntos y por el rompimiento de la estabilidad familiar, con todo lo que esto implica, además de la amplia gama de sentimientos que se producen. Los hijos pueden experimentar sentimientos de culpa por la percepción de que ellos pudieron ser los responsables de que sus padres se separaran, situación que en muchos casos se presenta por el señalamiento de alguno de los padres o de ambos hacia el hijo "que con sus comportamientos hizo que su papá o mamá se fuera". También pueden experimentar rabia ante alguno de los padres o ante ambos por lo que está viviendo, así como impotencia por la sensación de no poder hacer nada para evitarlo y, por supuesto tristeza ante todo lo que está presenciando. Otrospueden encerrarse en sí mismos como parte de un mecanismo de defensa contra el daño que la separación le ocasiona, o pueden mostrar rebeldía, fallos en la escuela... Sin embargo, no todos los niños reaccionan de la misma manera, lo que depende fundamentalmente de sus características personales y de cómo se esté manejando la situación de separación o divorcio.
Se ha comprobado que es preferible para la estabilidad emocional de los hijos, unos padres separados pero felices a unos padres juntos pero que viven peleando, sin llevar ninguna relación de amor. Ellos llegarán a entenderlo, si es bien manejado e incluso podrán llegar a asumirlo como una experiencia más de su vida que los hará crecer como personas. Sin embargo, para que los hijos puedan comprender la separación y adaptarse poco a poco al nuevo estilo de vida, es importante considerar varias recomendaciones generales para el manejo efectivo del mismo:
Los niños tienen el derecho de ver y estar con sus padres cuando así lo deseen, así que no deberá prohibírsele el poder hacerlo. Pueden conversar y llegar a un acuerdo acerca del régimen de visitas, vacaciones...y por supuesto también deben acordar mutuamente las normas a señalar en ambos hogares para que no existan confusiones. Por todo esto, deben tratar de llevar una relación respetuosa entre ambos, no expresar cosas negativas del otro delante del niño, y no utilicen al niño como mensajero, ni para obtener beneficios propios, ni para interrogarlo intentando explorar qué hace o deja de hacer el otro; ni tampoco amenacen a su hijo como un castigo a su comportamiento, con llevarlo o dejarlo con el otro progenitor. No sometan a su hijo a la difícil situación de escoger con qué progenitor quiere quedarse, esto genera angustia y sentimientos encontrados.
En el caso de que exista una nueva pareja, darle tiempo al niño para que la conozca y se adapte a la nueva relación, deje que sea él quien decida como llamarla, pero tomen en cuenta que es preferible el papel de una buena amiga o de un buen amigo que no asuma las responsabilidades y aplique normas disciplinarias, que le corresponden a su padres biológicos.
Durante todo este proceso de separación, los hijos necesitarán más de cada uno de sus padres, compartan el mayor tiempo posible con ellos y exprésenle su amor hacia ellos y que esto no cambiará. No lo llenen de cosas materiales para tratar de llenar espacios de afecto y no sentirse culpables.
También es importante que no fomenten las fantasías de reconciliación que pueden tener sus hijos, si su decisión es definitiva, hagánselo saber para que ellos puedan terminar de cerrar su proceso y comprender la situación.
Visiten el colegio de sus hijos e informen a su maestra la situación que están viviendo, solicitando toda su cooperaciónante su rendimiento académico. Estén atentos ante cualquier conducta negativa que pueda presentar su hijo que se prolongue más de lo esperado y consulte algún profesional especializado.
Hola hermanis, que bueno saber que estas por aquí, hermoso tu blog.
ResponderEliminarSabes hoy pensaba en todo lo que recibimos a diario y no valoramos... Tendemos a no valorar las pequeñas cosas cotidianas que se nos presentan, y sólo les damos importancia cuando sentimos su ausencia. Quizás por cotidiano, jamás celebramos la salida del sol. Solo lo añoramos cuando, en nuestras vacaciones en la playa, no se hace presente por varios días.
Esperando quizás el “gran espectáculo” nos perdemos de vivir los pequeños espectáculos que la naturaleza nos presenta día a día. Hay quienes piensan que cuanto más se sabe de fenómenos que ocurren a diario, menos se disfruta de ellos. Que el sabio disfruta menos que el neófito de los sucesos naturales. Pero no todo es así; todo lo contrario. Cuanto más se sabe, más sorprendente parece.
Cuanto más se sabe, más milagroso parece. Si no aprendemos a disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas de la vida, que es lo que conocemos… ¿Podremos ser capaces de disfrutar plenamente cuando se nos presente algo diferente?…
Dejemos de esperar el “gran milagro”.
Gocemos a diario de los “pequeños milagros” que, día a día, se abren a nuestro paso. Después de todo… ¿No será que el gran milagro es la conjunción de todos esos más pequeños?. A lo mejor el gran milagro consiste en encontrar la felicidad en las pequeñas cosas de todos los días de nuestra vida.
Te mando un gran y fuerte abrazo, te quiero muchísimo!!.
Silvia Beatriz, tu hermanis. ;)